Existen múltiples ejemplos en el ámbito de la construcción que las infraestructuras públicas en los cuales el costo final ha superado con creces el presupuesto inicial.
Sin ánimo de resultar incisivo sobre el autor, vamos a comentar algunos de los casos más llamativos del autor español Santiago Calatrava y como una adecuada gestión de proyectos podría haber solucionado los problemas presupuestarios derivados de una administración inadecuada de los recursos.
Santiago Calatrava es un arquitecto español nacido a principios de los años 50 en la ciudad de Valencia. Sus principales obras son grandes estructuras urbanas que redefinen el paisaje y el entorno de la ciudad. Al principio, comenzó cosechando mucho éxito en España, concretamente en su ciudad natal, Valencia, pero posteriormente sus obras se han extendido grandes ciudades europeas y de otras partes del mundo.
Como consecuencia de su brillante carrera, ha recibido galardones de relevancia internacional como el Premio Príncipe de Asturias (en 1999) o el Premio Nacional de Arquitectura (en 2005).
Sin embargo, su carrera también se ha visto salpicada de mediáticas polémicas relacionadas con la escasa funcionalidad y elevado sobrecoste de sus construcciones. Repasaremos algunos ejemplos
Estación en la zona cero (Nueva York)
Tras los fatídicos atentados del 11 de septiembre de 2001, el Ayuntamiento de Nueva York y de Nueva Jersey deseaban construir un nuevo intercambiador de trenes en la zona cero.
La idea original de realizar un proyecto que evocara las alas de un ave Fénix. De la misma forma que esta ave resurge de sus cenizas, la ciudad de Nueva York en particular y los Estados Unidos en general serían capaces de resurgir del daño personal e institucional producido por los atentados.
Originalmente, el arquitecto valenciano presentó un proyecto estimado en 1,8 billones de dólares. Tras una serie de prórrogas y sobrecostes, la construcción terminó considerablemente más tarde de lo planificado y con un sobrecoste que prácticamente duplica a las previsiones originales.
Por su coste final, se ganado el “honroso” título de ser la estación más cara del mundo. En comparación con la famosa estación de Nueva York Gran Central Station, observamos que, tras coger el presupuesto original de esta estación y ajustado por la inflación producida en los años desde su construcción, la estación de Calatrava tiene el doble de coste.
Por otro lado, si comparamos con otras infraestructuras públicas, como el puente de George Washington, conocido por ser el puente que más personas y vehículos atraviesan en el mundo, vemos que presentó un sobrecoste de aproximadamente cuatro veces más. Por supuesto, para estos cálculos que se ha corregido el costo del puente por la inflación de los últimos años.
Se podría argumentar que un costo superior podría estar justificado por una utilidad mayor o la espera de una obtención de un rendimiento económico más elevado con su uso. Analizando el caso concreto, la estación de New York construida por Calatrava tampoco cumple estos criterios.
Por la estación de Calatrava se produce el paso diario aproximadamente 42.000 pasajeros, que contrastan con los 208.000 que transitan por la estación Gran Central.
Si ajustamos esto teniendo cuenta el dato utilizado anteriormente de que el coste económico de la estación de Calatrava es del doble, esto significa que el coste diario por pasajero acaba siendo de aproximadamente 10 veces más.
En definitiva, se trata de un proyecto que, pese a arrojar como resultado un monumento espectacular, no ha conseguido satisfacer las necesidades de los clientes y tampoco ha respetado los presupuestos originales.
Otros monumentos de Calatrava con problemas similares
Aunque las obras de Calatrava se encuentran extendidas por todo lo largo y ancho del mundo, algunas de las obras más representativas a nivel nacional e internacional y que han presentado problemas de gestión similares a los de la estación de Nueva York, son las siguientes:
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El palacio de las artes Reina Sofía y el Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia. Las construcciones, actualmente parte del paisaje de la ciudad de Valencia, implicaron un importante sobrecoste con respecto al presupuesto original y en el momento actual, además tienen serios problemas de mantenimiento.
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Puente Zubizuri (Bilbao), puente de Vistabella (Murcia), puente del Alamillo (Sevilla), puente colgante (Jerusalén) y algunos otros. Todos estos puentes han presentado problemas poco después de su construcción. En algunos de ellos, estos afectaban a la estabilidad de las estructuras, con lo cual ha sido necesario introducir componentes que no se encontraban en los planos originales. En otros casos, el problema radicaba en la utilidad práctica. Por ejemplo, los suelos se habían construido de cristal, con el consiguiente riesgo de resbalones para los viandantes. Tras algunas denuncias por parte de estos, la solución habitual establecida por los ayuntamientos ha sido cubrirlos con alfombras, lo cual vuelve a incrementar el costo del proyecto y además resta belleza estética al resultado.
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Obelisco de la Caja en plaza Castilla (Madrid). Este monumento, encargado por Caja Madrid para celebrar el 300 aniversario de su fundación. Estaba diseñado originalmente para encontrarse en movimiento. Apenas dos días después de su inauguración, el mecanismo comenzó a fallar, por lo que tuvo que ser detenido. Desde entonces, se encuentra parado.
¿Cómo resolver estos problemas mediante gestión de proyectos?
Una adecuada gestión de proyectos tiene mucho que aportar en casos como estos. Algunas de las tareas que puede realizar un equipo humano especializado en proyectos mediante los sistemas adecuados son:
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Elaborar un presupuesto realista, que permita satisfacer las necesidades del proyecto sin sobrecostes.
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Realizar proyectos útiles para el resultado final previsto. Es decir, sincronizar la complejidad del proyecto a sus necesidades reales. La correcta alineación entre el proyecto y las necesidades de los clientes es lo que garantiza su satisfacción final y permite entra en el presupuesto en aquellas cuestiones que van a suponer un valor añadido de cara a la satisfacción de los clientes.
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Realizar mediciones constantes del estado presupuestario, para garantizar que, a lo largo de la evolución del proyecto, se sigue respetando. En caso de que no sea así, detectar las desviaciones precozmente permitirá tomar las medidas correctoras adecuadas.
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Conseguir que un proyecto tenga el alcance deseado no sólo en utilidad y funcionalidad, sino en el tiempo. Es decir, seleccionar los materiales y métodos de construcción que permitan obtener un producto satisfactorio para cliente, también en cuanto a su vida útil.
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Prever posibles dificultades o riesgos que se pueden presentar durante la realización del proyecto, y tomar las medidas necesarias para mitigar sus efectos o buscar alternativas en caso que se presenten.
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Aportar solidez y fiabilidad para la empresa durante este proyecto y de cara futuros proyectos. Una empresa que cumple su palabra en cuanto a presupuestos y calidad del producto final suministrado tiene garantizada la satisfacción del cliente y la aparición de nuevos clientes que quieren trabajar con ella.