Standley Bendelac
En la vida, en la carrera profesional o en los proyectos, antes o después, vamos a tener que afrontar la adversidad, los contratiempos, los fracasos, las caídas. El éxito no puede mantenerse siempre y en alguna ocasión vamos a tener un revés del que vamos a tener que levantarnos y superarlo. No suele gustarnos hablar de los fracasos, todos preferimos escuchar historias de éxito, pero de los errores se aprende.
Cuando un proyecto no se entrega a tiempo, se desvía de su presupuesto de forma significativa, no cubre las expectativas del cliente, o lo que es aún más complicado, se cancela antes de llegar a su fin, nos tenemos que enfrentar al fracaso y aprender de él. Sólo equivocándonos y aprendiendo la lección que nos ofrece esta circunstancia vamos a poder levantarnos y avanzar con pie firme a partir de ese momento. Hay que asumir los proyectos que no llegan a término como grandes oportunidades para aprender. Cuando nos enfrentamos a una adversidad es importante preguntarse: ¿qué puedo aprender yo de esto?
Para abordar estas situaciones debemos ser conscientes nuestras capacidades y limitaciones por igual. La autocrítica es importante, pero también el conocer las capacidades y fortalezas que poseemos. Del equilibrio entre ellas obtendremos la capacidad para superar las limitaciones apoyándonos en las fortalezas. De nada sirve ignorar el error, excusarnos en los demás o en las circunstancias. Debemos saber que hemos hecho mal o qué no hemos hecho. Pero también es importante saber que se ha hecho bien, que funcionó correctamente.
Es importante observar el proyecto con objetividad. Es mejor mantener un cierto prisma optimista que una visión destructiva y poco constructiva. Debemos reconocer los errores, saber que recursos hemos tenido a nuestro alcance y cuáles eran las metas. En las situaciones de crisis, pero aún más en las situaciones de fracaso, hay que evitar intentar controlar todo. Este suele ser uno de los mayores errores de los Jefes de Proyecto tras un fracaso. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos del proyecto del tal forma que ahora no se nos escape nada.
Una buena salida es afrontan la adversidad con humor. Una de las mejores capacidades de los jefes de proyectos es el sentido del humor, ser capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones. En esta sentido es clave buscar la ayuda del equipo, para lo cual debemos comunicar adecuadamente la situación, con objetividad, optimismo, sabiendo delegar en ellos el trabajo, pero asumiendo la responsabilidad, no transmitiendo una presión innecesaria y, en gran medida, injusta.
Recordemos siempre que lo importante no es cómo te caes si no cómo te levantas.
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